lunes, 7 de octubre de 2013

LAS MERINDADES, UN DESTINO PARA DESCUBRIR Y DISFRUTAR

Una de las seis zonas que forman el territorio burgalés y que atesora en su recorrido historia, patrimonio, cultura, naturaleza y paisaje al alcance de todos
Para conocer la extensa provincia de Burgos, el viajero tendrá que enfundarse unas buenas botas que le permitan recorrer los más de 1.000 pueblos que la forman, ya que es un territorio para descubrir poco a poco. En esta primera entrega dejaremos al descubierto una de las seis comarcas que forman el territorio burgalés: Las Merindades.


 Esta es la zona mas norteña de Burgos, que se caracteriza por la belleza de su verde paisaje, naturaleza en estado puro a la espera de ser descubierta; su historia que ha dejado su huella impresa como ocurre con los dólmenes de Huidobro, Busnela y Porquera de Butrón; o su patrimonio arquitectónico, que agrupa construcciones de la época romana y de la Baja Edad Media.
Cientos de aldeas, pueblos y villas forman el territorio burgalés de Las Merindades. Una comarca rica en cultura, paisaje, patrimonio, mitología y muchas más cosas que el viajero tendrá que descubrir. Un destino que ofrece una amplia posibilidad de actividades todo el año, pero que durante el período veraniego se multiplican gracias al buen tiempo y a las fiestas populares que invaden la agenda estival y que son un buen reclamo.
Viajar hasta Las Merindades es introducirse en uno de los territorios más hermosos y con mayor personalidad e historia de toda la provincia de Burgos. Ésta es la comarca burgalesa más norteña, definida por un paisaje de montañas verdes y angostas que lindan con el Cantábrico. De ahí ese clima húmedo que permite conservar todo un ecosistema donde flora y fauna conviven en perfecta armonía, así por ejemplo los entramados rocosos de Sierra Salvada, donde destaca el monumento natural del Monte de Santiago dominado por un frondoso hayedo que llega hasta un espectacular anfiteatro rocoso por el que, en épocas de deshielo o de fuertes lluvias, se precipita en una cascada de casi 300 metros de altura. Y los Montes de la Peña, lugares perfectos para la cría de aves de montaña como el Buitre Leonado o el Águila Real, todo un anfiteatro natural tapizado por un frondoso bosque caducifolio donde predominan robles, hayas y quejigos.


Aunque Las Merindades no sólo sorprenden y enamoran por su paisaje: la historia también ha dejado huellas muy marcadas y de las que hoy hace alarde esta comarca.
Es el caso de los Dólmenes de Busnela, Porquera y Huidrobo, megalitos repartidos por todo el territorio de Las Merindades. También los romanos dejaron su herencia: es el caso de la calzada de Irús o el puente de Agüera; además de decenas de ermitas, iglesias y monasterios que aparecen dispersos por pueblos y parajes naturales.


Es el caso de la Iglesia de estilo románico de San Pedro de Tejada, construida durante el segundo tercio del siglo XII. Esta es una de las mayores obras de importancia de este tipo de arte en la provincia de Burgos, destaca por su sencillez y elegancia de los relieves de la Ascensión y de la Última Cena. O la Ermita de San Pantaleón de Losa, consagrada en 1207 y a la que le rodean un puñado de misteriosas y
es uno de los destinos idóneos para el verano donde, además, se pueden visitar las casonas solariegas de grandes escudos. 
Y no podíamos irnos de esta comarca de Las Merindades sin visitar Medina de Pomar, un municipio que se ha convertido en un interesante conjunto urbano para el viajero. La que fue capital de Las Merindades, abre sus centenarias puertas de la muralla para dejar ver sus calles de organización medieval que atesoran sólidos edificios, torres defensivas o iglesias románicas.
En definitiva, un destino para descubrir con los cinco sentidos y dejarse impregnar por su verde paisaje, sus historias y leyendas pero, sobre todo, de sus gentes.

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