lunes, 10 de diciembre de 2012

ECOLÓGICOS DE PARÉS BALTÀ: LA SAGA CONTINÚA

Varias generaciones de vitivinicultores  Cusiné - tres de ellas todavía en activo -,  han ahormado la emblemática  bodega de Pacs del Penedés, donde se ubican los viñedos en terrenos que van desde los 170 a los 750 metros de altitud en el entorno de un Parque Natural por donde fluye el río Foix. Esta circunstancia  favorece la producción de vinos con claras diferencias y estilos.
 
 
 
 
Los hijos de los hijos, de los que plantaron las primeras cepas finalizando el siglo XVIII han engrandecido la labor de los que les precedieron,  rebatiendo el axioma de que “los abuelos la hicieron, los padres la desarrollaron y acrecentaron, y los hijos la arruinaron…” Pero no es el caso de la familia propietaria de Parés Baltà, porque a día de hoy tres generaciones  aúnan esfuerzos para posicionar sus vinos  tranquilos y cavas en primera línea de calidad de elaboraciones con certificación ecológica.
 
Esta formalidad administrativa  de (relativa),  reciente implantación,  la  exhibe desde el año 2004 aunque algunas de  las cinco fincas de viñas que suministran uva a la bodega fueron plantadas en 1790,  y ya habían sido cultivadas en esas fechas de forma tradicional. El viñedo que rodea la bodega - que es el más antiguo -, y el de sus otras fincas, está salpicado de plantas aromáticas, y arbustos endémicos del territorio, que previenen de forma natural las plagas.
 
Parés Baltà asegura la polinización de las viñas ayudándose de panales de laboriosas abejas. El abono orgánico  de las cepas lo han encargado a sus rebaños de ovejas… y ha dejado a las caprichosas nubes la fundamental tarea del suministro de agua. Entre castas blancas y tintas,  son dieciocho las variedades de uvas - autóctonas y foráneas -, que se cultivan en los distintos suelos de las fincas propiedad de la bodega. Su variada composición edafológica (tierras arcillosas, calizas, de cantos rodados o ricas en sedimentos fósiles… que millones de siglos atrás, fueron lechos de ríos o estuvieron cubiertas por el mar), y diversidad varietal,  posibilitan una amplia gama de referencias.
 
 Los dieciocho viñedos propiedad de la bodega con altitud, pluviometría,  orientación y  pluralidad de microclimas (algunos próximos a la costa, otros más al interior), son características   diferenciadores de los vinos de Parés Baltà. Estos vinos los hacen – y muy bien por cierto -, dos enólogas: Marta Casas y María Elena Jiménez, que están casadas con los hermanos Josep y Joan Cusiné, que desde hace poco más de una década asumieron la dirección de la firma catalana. ( Parés Baltà también es propietaria de otras dos bodegas en las D.O. de Priorato  y Ribera del Duero. De ellas les hablaré en otra ocasión). El origen de Parés Baltà se remonta al siglo XVIII, cuando se plantaron los primeros viñedos. En los años setenta Joan Cusiné Hill, hijo de viticultores,  tomó las riendas de la bodega hace ochenta y pico años, y todavía hoy, transmite su experiencia viticultora  acumulada durante tantos años de trabajo en el viñedo.
 
Igualmente lo hace su hijo, Joan Cusiné Cusiné que le sucedió en la dirección de la bodega en los años ochenta  y es el padre del Blanc de Pacs, el conocido vino blanco que todavía  podemos disfrutar. En definitiva, la multiplicidad varietal  que integran  docena y media de vidueños asentados en tierras, de altitud, pluviometría   y  orientación distinta,  unidos a la diversidad de microclimas (algunos próximos a la costa, otros más al interior), son características   diferenciadores de los viñedos de Parés Baltà. Esta circunstancia favorece la producción de vinos con características  y estilos distintos.
La curiosidad investigadora de Maria Elena y Marta – ‘tanto monta’ -, queda patente en las diversas técnicas de vinificación que aplican a las vendimias, según sean las circunstancias climatológicas de la añada, de  cada uno de los viñedos, de su identidad varietal  y de la recolección del fruto.  Y para ello realizan  - según convenga -, ‘microelaboraciones’ (¡Voulà la Bourgogne!), con   fermentaciones  en madera o en acero  y   bazuqueos periódicos. De este modo respetan  y potencian las cualidades de cada tipo de uva, y pueden trasladar  al vino la personalidad de los distintos ‘terroirs’.
 
La excelente  factura de los vinos que hacen estas dos mujeres (poseen el carácter  y elegancia  que es patrimonio de la sensibilidad femenina),  añadido al ‘plus’ de su origen ecológico y la implantación de técnicas respetuosas con el medio ambiente,  ha situado a la bodega con ventaja  en un  exigente mercado internacional  que valora su compromiso medioambiental,  y afianza su posicionamiento en el mercado nacional. (Me congratulo del excelente trabajo de una legión de jóvenes enólogas, que asumen con éxito la dirección técnica de bodegas, que históricamente  ha sido patrimonio  del genero masculino).
 
Por todo ello la familia Cusiné no se olvida de sus mujeres y les hace un homenaje bautizando  algunos de sus vinos con su nombre… Como el espumoso Blanca Cusiné 2008 Gran Reserva Brut, del que les hable no hace mucho. Con 30 meses de crianza, resulta del ensamblaje de las foráneas Chardonnay-Pinot Noir, esta última con fermentación en roble, y vinificada en blanco con la técnica denominada  Blanc de Noir; método bastante común en la región de Champaña, y menos frecuente en nuestros cavas del Penedes. (No estará de más, insistir en la favorable recomendación que ya les hice sobre este cava).
 
En vinos tranquilos dos tipologías elabora Parés Baltà:  Microcuvées  y  los de Gama Clásica.
Los Microcuvées  son vinos de producción  limitadísima, y solo se elaboran cuando la añada es excelente.  Estos vinos son la quintaesencia  de la tipicidad  elaboradora de la Casa y están marcados por la personalidad del terroir. Otro nivel de producción - más mayoritaria -, la integran vinos que se elaboran todos los años denominados de Gama Clásica.
Cuatro vinos tranquilos son los que he probado en esta ocasión. Tres blancos y un tinto, todos ellos monovarietales. Dos de ellos son microvinificaciones,  y los otros dos corresponden a elaboraciones clásicas. Comenzaré con dos ‘varietales  indígenas’ de nuestra Piel de Toro. Tan distintos son entre ellos, como lo es su color.

INDIGENA BLANCO 2011
Monovarietal de Garnacha Blanca
Excelente  microcuvée  joven  de una infrecuente elaboración (en solitario), de una casta singular. La Garnacha Blanca  la encontramos formando parte minoritaria de coupages.  Me ha sorprendido su originalidad. Posee una asombrosa gama de aromas primarios de flores blancas, y frutas compotadas.  La cremosidad en el paso de boca, se debe  al contacto  del vino con las lías finas. Es fresco en el ataque, y tiene un final cítrico  y glicérico. Blanco distinto y muy elegante. 


INDIGENA TINTO 2010
Monovarietal de Garnacha Tinta
Procede de viñedos jovencísimos  autóctonos del Penedes de Garnacha Tinta.
Hizo las dos fermentaciones (tumultuosa y  maloláctica)  en acero. Esta última con
bacterias autóctonas. La crianza  la hizo en barricas de segundo año de roble francés durante cinco meses. Es un tinto bien cubierto  y con buena acidez , que a pesar de la juventud  de las viñas  - y por lo tanto de sus frutos -, y del periodo de estancia en contacto con el roble, conserva una sinfonía de excelente  fruta roja. Destacable.

CALCARI  2011
Monovarietal  de Xarel-lo
Calcari ( El Calcareo – El que nace en tierras calizas del Cuaternario). Es un blanco monovarietal  de Xarel-lo,  de cepas de 41 años, que expresa todo el potencial del terroir.  (¿Les he comentado como  me gustan los vinos que están haciendo determinadas bodegas catalanas con esta noble uva?). Tras la fermentación en depósitos de acero, estuvo en contacto con las lías finas por espacio de tres meses, realizándose frecuentes bazuqueos. Tiene  un goloso paso de boca con notas de fruta blanca. Es un vino joven fresco y frutal.

ELECTIO  2008
Monovarietal  de Xare-llo
Electio (El elegido),  es un microcuvée 100%,  de Xarel-lo, el varietal  blanco autóctono, que forma parte del triunvirato  de castas que conforman los cava clásicos. Procede de viñedos  en vaso, con edades que sobrepasan los tres cuartos de siglo. La uva hizo una ligera maceración pelicular, se prensó suavemente  y fermentó en barrica nueva francesa de Allier.  Hizo su crianza durante cuatro meses en las mismas barricas de roble, sobre lías finas, con ‘battonages’  periódicos. Es un vino muy varietal , frutal y goloso, potenciado por el contacto de las lías finas con  el  Allier. Mucho más complejo que su hermano menor, acompaña muy bien una gran mayoría de alimentos por su intensidad, potencia,  y largo paso de boca. 

 
Segundo López

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